Multiversidad

miércoles, mayo 24, 2006

Redes-cubriendo la ecología de las comunicaciones. Una propuesta didáctica.

Ponencia: 1er. Encuentro Facultades y Carreras de Comunicación
de la Región Cono Sur 18, 19 y 20 de octubre de 2001
Publicado en: Gascón, Felip (2002) Emocionar la Comunicación. Palimpsestos de comunicación y desarrollo humano. Valparaíso: Facultad de Humanidades, Universidad de Playa Ancha.

IRMA BRAVO COVARRUBIAS (Valparaíso, 1957). irmabravoc@hotmail.com
Universidad de Viña del Mar
Doctora (c) en Ciencias de la Comunicación, Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); Diplomada en Comunicación Corporativa, Pontificia Universidad Católica de Chile; Periodista, Licenciada en Ciencias de la Información, UAB. Académica y Coordinadora de Tesis de Licenciatura, Escuela de Periodismo y Relaciones Públicas Universidad de Viña del Mar.
FELIP GASCÓN (Barcelona, 1958). fgascon@upa.cl
Universidad de Playa Ancha (Valparaíso).
Doctor en Ciencias de la Comunicación, UAB; Posgrado en Políticas Públicas de Información y Comunicación para el Desarrollo Regional, Cátedra UNESCO de Brasil; Periodista, Licenciado en Ciencias de la Información, UAB. Académico e Investigador, Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha; Jefe de Carrera de Periodismo.
Fax: (56-32) 28.11.20


Resumen:
En el presente trabajo se plantea una propuesta metodológica para la renovación del estudio de la Historia de las Comunicaciones, que cambie el polo de interés de la investigación/formación/acción comunicacional desde el paradigma tecnológico (mediacéntrico) al paradigma holístico (mediaciones de los seres vivos con su entorno).
Nuestro interés por el estudio de las redes de comunicación tiene como fin desarrollar una nueva mirada que integre a la geografía y a la ecología de las comunicaciones como perspectivas de análisis crítico respecto de las nuevas fragmentaciones, desigualdades y exclusiones del proceso de “globalización”, entendido como sustento ideológico de las nuevas relaciones del poder hegemónico.
Este mismo cambio de énfasis justifica una innovación didáctica que integre la emoción como matriz de pensamiento comunicacional y perspectiva de formación.
Para ello, es necesario volver al territorio, a la vida cotidiana, a las historias de vida para reconstruir la historia colectiva desde las huellas que mujeres y hombres han dejado como patrimonio.
Palabras clave: Geografía, historia, redes y ecología de la comunicación, identidad y memoria, relaciones socio-comunicativas, espacio público/privado, investigación cualitativa, innovación didáctica.

I.- Comunicación Humana:
algunas pistas para el reencuentro.
Pensar en el territorio de la comunicación a través de la historia es comprender los significados de su construcción desde una perspectiva ecológica y sinérgica que reconozca las interdependencias entre sujetos, objetos, tiempo y espacio, como dimensiones trascendentes de la racionalidad y el emocionar comunicativos. La mirada sistémica desarrollada en este trabajo podemos conceptualizarla como holística, en el entendido que pretende mostrar a la comunicación humana como una totalidad compleja, que es más que la suma de componentes aislados en el sentido apuntado por Gregory Bateson:
“...ninguna parte de un sistema tan interactivo internamente, puede ejercer un control unilateral sobre el resto del sistema o sobre cualquiera otra parte de él. Las características mentales son inherentes o inmanentes al conjunto como una totalidad”. (Bateson: 1973 cif. Berman).
En nuestra disciplina existe una masa crítica importante que acepta como paradigma del proceso de comunicación la participación de los seres humanos a través de mediaciones sociales o tecnológicas, considerando la complejidad de las técnicas como el índice de medición del progreso de las civilizaciones [1] . Tanto las perspectivas positivistas como las críticas parecieran coincidir en un mismo discurso al centrar el interés de sus explicaciones y teorizaciones en las relaciones de poder (para unos entendida como satisfacción de necesidades; para otros, como la manipulación de la información) y las posibilidades de conservación o cambio a las que puede contribuir el proceso de producción e intercambio de mensajes.
Esta mirada, reproducida a través de la mayoría de centros de formación superior y sustentada por teóricos y la literatura especializada, es una visión sesgada que limita el carácter y comprensión de la comunicación en cuanto proceso de producción y reproducción de la memoria sociobiológica, entendida como el proceso global de diálogo entre las distintas comunidades de seres vivos en el planeta.
Es por ello que nuestra propuesta sobre la ecología de las comunicaciones se distancia de las anteriores perspectivas, al sostener que la naturaleza comunicativa del ser humano también depende de su entorno (medium) y de la estrecha relación de interdependencia y modelaje mutuo que implica esa interacción.
Para abordar esta cosmovisión holística reflexionaremos sobre las múltiples sinergias entre lo micro y lo macrocomunicativo, que se producen entre los diversos componentes de este proceso complejo.
• Las mediaciones comunicativas del ser humano son parte de un proceso de interacciones más amplio, que se produce entre éste y los diversos sistemas biológicos: el entorno es el contexto donde se concretan los intercambios físicos, materiales y simbólicos entre todos los seres vivos. Cabe superar la matriz del pensamiento modernizador, que ensalza la explotación de la naturaleza por el hombre (tópico del progreso) desde una posición de superioridad basada en la racionalidad y en la competencia.
• Pero además, cuando se habla del sistema de comunicación social, no se otorga atención a la humanidad en toda la diversidad de sus identidades particulares. La generalidad de la raza humana (encarnada incluso por el genérico hombre) oculta la particularidad y complejidad de las personas. En estas explicaciones el individuo y sus condiciones de existencia no están en el centro sino en la periferia de la comunicación. Así como en otros ecosistemas las relaciones macro están contenidas en lo microbiológico, en la persona individual podemos reconocer también todo el potencial de la humanidad, sus capacidades, esfuerzos y dificultades por construir y vivir en equilibrio con su entorno.
• La emoción es el motor activador del proceso de comunicación, son las emociones y no los recursos los que mueven el mundo y organizan lo social. En la historia de la humanidad no debería estar ausente el valor de la vida cotidiana de las personas (vida pública y privada) como dimensión emocional trascendente, compartida no sólo con sus congéneres, sino también con el resto de asociados del mundo biológico en el cual convive.
• Desde nuestra perspectiva, la historia de la comunicación debe dar cuenta de la influencia de la comunidad humana en el conjunto de tramas y nudos de las redes bióticas. A través del recorrido por las redes de comunicación podemos reconocer las huellas de las relaciones que en el pasado establecieron las comunidades humanas con distintos entornos, para entender así las causas de las relaciones presentes y las consecuencias de sus proyecciones futuras.
• El desarrollo de las redes de comunicación concebidas por el ser humano ha sido paralelo a su desarrollo tecnológico, expresando las distintas relaciones de poder a escala local y mundial. Ese centramiento tecnológico, más que inspirarse en principios de bienestar y desarrollo sustentable, mayoritariamente ha constituido una estrategia para conservar las desigualdades.
• En síntesis, proponemos redimensionar comunicativamente la igualdad en la diferencia de las múltiples inteligencias/conciencias que expresan la riqueza de la biodiversidad como patrimonio, donde se conjugan todas las memorias genéticas y geológicas: las de la racionalidad, las emocionales, las instintivas, las adaptativas, las performativas, las homeoestáticas, las energéticas... algunas de ellas consideradas inertes o fósiles, pero que constituyen el conocimiento acumulado de las redes de interdependencia para la evolución de la vida en el planeta.
I.1.- Comunicación: la impronta de la vida.
Desde la célebre frase de Carl Sagan “somos polvo de estrellas” hasta las más actuales teorías de la física cuántica y la nueva ciencia, las concepciones iniciales sobre la relatividad de Albert Einstein se han ido proyectando a múltiples campos del conocimiento, llegando a cuestionar el concepto mismo de conciencia. Entre dichas teorías una de la más trascendentes y a la vez resistidas por el pensamiento científico se debe a los trabajos de James Lowelock y Lynn Margullis, quienes han planteado la hipótesis Gaia, una teoría de la relatividad biológica que reconoce a la Tierra como un organismo vivo, que parte de las endosinbiosis microcósmicas [2] hasta reconocer la complejidad asociativa del planeta como entidad macrocósmica:
“Los consorcios, asociaciones, sociedades, simbiosis y competiciones en la interacción entre organismos, se extienden a escala global. La materia viva y no-viva, el sí mismo y el entorno están delicadamente interconectados” (Sagan y Margulis, 1986; cif. en Joseph, 1992:46)
Nuestra aproximación a la ecología de las comunicaciones reconoce en los supuestos de la Teoría Gaia que toda forma de vida está estrechamente vinculada con acciones y relaciones comunicativas, a través de las cuales se organiza, se transmite y se transforma la vida misma.
La comunicación es la impronta de la vida y su génesis es, por lo tanto, anterior a la presencia de la especie humana en la Tierra. Aunque esta convivencia data de más de dos millones de años, tan sólo unos 6.500 a 7.000 años atrás el ser humano empezó a actuar como agente de intervención en el espacio geográfico, a través de la agricultura y el desarrollo de la tecnología. ¿Desde dónde hacerse cargo de la historia de la comunicación y la cultura? ¿Negamos la incidencia de los fenómenos naturales y climáticos, la compleja trama de relaciones telúricas, el rol de los microorganismos... en la organización de la vida y la cultura de las sociedades?
La sinergia eros/tanatos (vida/muerte) constituye una dinámica difícil de asumir por el pensamiento logocéntrico que fundamenta el saber científico-académico occidental dicotomizado por el desencuentro entre razón y emoción. Al parecer, los miedos por reconocer la igualdad entre las distintas formas de vida del planeta son parte de la valoración de superioridad y competencia que hemos privilegiado al establecer como esencia de lo humano el intelecto, la racionalidad.
I.2.- Los territorios habidos de la comunicación.
La organización del territorio es una organización biológica, donde se establecen determinadas relaciones de convivencia (comunidad-comunicación) entre seres vivos y, en un proceso de larga duración, se conforman dinámicas de cooperación y competencia que determinan las condiciones de ocupación, ordenación, expansión y contracción de los ecosistemas. La posición antropocéntrica del ser humano, en todas las disciplinas de las ciencias sociales, ha ignorado a lo largo de la historia esa otra parte de la vida natural que comparte la suerte de las reglas de convivencia impuestas por la sociedad humana. Incluso considerando la hegemonía de una parte de esa humanidad en la propia consideración de lo humano bajo perspectivas racistas, etnocéntricas, androcéntricas, generacionales...
Sin caer en un determinismo geográfico, y considerando la interacción inviduo-entorno, hay cuestionamientos formulados por distintos pensadores, desde los años 50, que no han sido acogidos ni interiorizados en un mundo científico demasiado preocupado por la ideología del progreso. La lucidez de la pregunta formulada por Maximilien Sorre [3] sobre la existencia de una geografía del inviduo biológico apuntaba a entender la interdependencia entre las distintas formas de vida, como una comunidad biológica en constante dinámica:
- “¿Qué relaciones de fuerza, de lucha o de ayuda mutua van a establecerse entre ese mundo de vegetales y animales y la biología del hombre?
- ¿Qué lazos de carácter geográfico van a anudarse entre ese mundo de seres vivos y la biología del hombre?
- ¿Dónde y cuándo se ha asociado el hombre tantas vidas paralelas a la suya y cómo lo ha logrado?
- ¿En qué medida la domesticación ha actuado sobre seres arrancados a la vida libre?
- ¿Cómo el hombre ha propagado a sus asociados bajo la necesidad de la conquista del espacio?” (Cif. en Braudel, 1991: 137).
Y este olvido reiterado en las fronteras interiores de las ciencias provocaba en Braudel una afortunada reivindicación de la utopía que queremos releer expresamente desde una mirada comunicacional.
“Plantear los problemas humanos tal y como los vemos, desplegados en el espacio y, a ser posible, cartografiados, una geografía humana inteligente: así es, no cabe duda, pero plantearlos no sólo para el presente y en el presente, sino también en el pasado y teniendo en cuenta el tiempo; desembarazar la geografía de esta preocupación por las realidades actuales a las que se aplica ahora exclusivamente o casi exclusivamente, obligándola a pensar de nuevo, con sus métodos y su espíritu, las realidades pasadas y, por ello mismo, lo que podríamos llamar el devenir de la historia. Hacer de la tradicional geografía histórica, consagrada casi únicamente al estudio de las fronteras de los estados y las circunscripciones administrativas sin la menor preocupación por la tierra misma, por el clima, el suelo, las plantas y los animales, los géneros de vida y las actividades obreras, si se quiere, una verdadera geografía humana retrospectiva; obligar así a los geógrafos a prestar mayor atención al tiempo y a los historiadores, a preocuparse más por el espacio y por todo lo que el espacio sustenta, engendra, facilita y entorpece; en una palabra, inducirlos a tomar suficientemente en consideración su formidable permanencia: tal sería a nuestro modo de ver, la ambición de esta geohistoria...” (Braudel, 1953: 317-318).
Ni siquiera la geopolítica de las comunicaciones se ha interesado suficientemente por esta serie de olvidos tan claramente formulados por Braudel. Por el contrario, es un campo influido por doctrinas y estrategias militares, donde los flujos de información y las redes de comunicación sólo son considerados como agentes estratégicos para la expansión de intereses económicos, políticos y culturales.
I.3.- Vida cotidiana: el mundo que el ser habita desde la emoción.
La centralidad de las personas como protagonistas de la historia y de las comunicaciones nos sitúa en el escenario de la vida cotidiana, allí donde las historias personales representan el eje articulador de las identidades, las agrupaciones, las instituciones, los desplazamientos materiales y simbólicos que expresan los conflictos, negociaciones y acuerdos a través de los cuales se estructura la vida social, en relación con su entorno ecológico.
La comunicación en el ámbito de lo cotidiano y personal expresa el imperativo de transmitir la memoria, la identidad, la carga genética y cultural a través de la emoción de la experiencia con los otros, afirmando al individuo como enlace en la sucesión de los tiempos:
“Demiurgo, intermediario, para enlazar ha de asemejarse de algún modo a la sustancia cósmica que enlaza. En término de los viejos mitos: ser algo de aire, de fuego, de tierra, de agua; participar de la constitución espacial de las cosas. Ser un cuerpo. Un punto que enlaza el Sí mismo con el Universo; un punto, ‘un cuerpo animado’ que aprende a regresar a sí desde el horizonte espacial, y pueda existir ‘reflexivamente’ como enlace: como ‘una relación que se relaciona a sí misma’” (Giannini, 1999:149).
Pero, especialmente, prestar atención a la experiencia personal traduce el interés por analizar las formas en que mujeres y hombres específicos (nivel micro) asimilan o no la memoria colectiva (nivel macro), convirtiéndose en protagonistas de las tensiones intergeneracionales por concretar proyectos de cambio o permanencia.
“Las revoluciones sociales cambian radicalmente la vida cotidiana, por lo cual bajo este aspecto ésta no sólo es un espejo de la historia, sino también en cuanto los cambios que se han determinado en el modo de producción a menudo (y tal vez casi siempre) se expresan en ella antes de que se cumpla la revolución social en el nivel macroscópico, por lo cual bajo este otro aspecto aquella es un fermento secreto de la historia” (Heller, 1977:19, cif. Muñoz, 1994).
De igual forma, la sociedad humana construye su vida cotidiana en colaboración/domesticación/competencia/ con otros organismos y comunidades bióticas, respecto de los cuales no tiene plena conciencia sino en el momento en que no puede controlarlas (plagas, contaminación, enfermedades infecciosas, epidemias, sequía, desastres naturales, extinciones...) y pueden llegar a desestructurar las certezas humanas.
El espacio de la vida cotidiana es el escenario donde la emoción tiene su primera residencia. Según la biología del amor, la cooperación y la interdependencia son la única emoción que funda lo social. Es imposible que la vida prospere sin colaboración, lo cual rige para todo sistema u organización biótica, desde los micro-organismos hasta las sociedades humanas más complejas.
“...la emoción que funda lo social como la emoción que constituye el dominio de acciones en el que el otro es aceptado como un legítimo otro en la convivencia, es el amor. Relaciones humanas que no están basadas en el amor (...) no son relaciones sociales. Por lo tanto, no todas las relaciones humanas son sociales, tampoco lo son todas las comunidades humanas, porque no todas se fundan en la operacionalidad de la aceptación mutua” (Maturana, 1990: 24).
Relaciones sociales que excluyen al otro como participante del diálogo no son relaciones comunicativas, sino relaciones de dominio que imponen un orden de valoración de lo humano determinado por la defensa de los intereses individuales y/o de un grupo por encima del bien común.
I.4.- Las redes de comunicación.
Una nueva forma de explicar la génesis de la comunicación es rastrear las pistas de la ocupación, desplazamientos y dinámicas que han ido conformando las relaciones de comunicación entre individuos y entorno. Así, por redes de comunicación entendemos el conjunto de mediaciones sociales que establecen los seres vivos (comunidades bióticas) para prosperar, localizándose y movilizándose a través de territorios que posibilitan la sustentabilidad de los ecosistemas y, en el caso de las personas, el intercambio de productos, tecnologías y representaciones simbólicas (creencias e ideologías), constituyendo tramas y nudos acordes a la densidad de esas mediaciones.
“La faz de la tierra se modifica continuamente. Cualquier paisaje que refleje una porción del espacio lleva las señales del pasado más o menos lejano, desigualmente borrado o modificado, pero siempre presente. Es como un palimsesto en el que los análisis de las herencias permiten rehacer sus evoluciones. El espacio geográfico está impregnado de historia” (Olivier, 1976).
Así como las ciudades no las construyen ni los arquitectos ni los urbanistas, sino el fluir de la vida de las personas que las habitan; la comunicación no se genera en los medios ni en sus inmediaciones, sino en la totalidad de las redes de interdependencia con que el cuerpo social, personal y colectivamente, materializa su existencia. Desde ellas podemos rastrear el proceso histórico de expansión territorial y las consecuentes relaciones de hegemonía/sumisión/exclusión entre las diversas comunidades.
Entonces, si las redes deben expresar el fluir de la vida habrá que complementar aquellas visiones que las asocian al mismo recorrido mediante el cual se impuso la racionalidad del proyecto político-económico capitalista. Este recorrido que asocia “comunicación, progreso, desarrollo y razón” (Mattelart, 1995) vincula las teorías y prácticas de la comunicación a las tecnologías aplicadas principalmente a obras de ingeniería de las comunicaciones (carreteras, canales, puentes... ferrocarriles). Una visión tecnocéntrica y ahistórica del desarrollo humano, que excluye en sus consideraciones aquellas otras tramas de comunicación urdidas en el pasado por otras organizaciones sociales no tecnologizadas, matrices de las actuales.
Esa concepción limitada de las redes está simbolizada mediante la cartografía como sistema abstracto de representación, olvidando que el mapa no es el territorio. Así puede entenderse la perduración de las huellas eurocéntricas y etnocéntricas en la representación del planisferio [4] y la consecuencias de esa racionalidad estructurada en mapas físicos, políticos y productivos. Igualmente se expresa en la actualidad por ese otro mapa conceptual de la globalización, donde la centralidad e inmaterialidad de las redes tecnológicas parecieran ocultar una nueva estrategia ideológica [5] de la expansión capitalista, que incluso presenta un rostro ecológico fundado y justificado por la era postindustrial.
Afortunadamente, la geografía se ha ido incorporando como transdisciplina al territorio de la comunicación, complejizando aquella limitada interpretación de las redes físicas de la comunicación (rutas terrestres, fluviales, marítimas y aéreas de movilización humana y transporte de productos), a las redes simbólicas (intercambios culturales) y a las socio-biológicas (población y ecosistemas).
II.- Propuesta metodológica
para el estudio de la historia de la comunicación.-
La presente propuesta metodológica está basada en los aportes de la Doctora Amparo Moreno Sardà, directora de la Cátedra de Historia de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, académica guía de nuestras respectivas Tesis Doctorales y amiga entrañable, a quien debemos un gran reconocimiento por su solidez intelectual, visión crítica y capacidad innovadora en la didáctica de las comunicaciones [6] .
Creemos que el aporte de esta propuesta didáctica puede ayudar a innovar en el área de formación de las ciencias de la comunicación, especialmente en la línea de historia, teoría, metodología, políticas y tecnologías de la comunicación, entre otras. Planteándose como principales metas pedagógicas las siguientes:
1) Renovar las explicaciones sobre la historia de las comunicaciones, priorizando el protagonismo de las personas y comunidades bióticas.
2) Innovar en las metodologías de enseñanza-aprendizaje de la Comunicación, a través de procesos de construcción colectiva (profesores/alumnos) del conocimiento, legitimando el valor de las historias familiares como perspectiva para explicar la historia de la comunicación colectiva.
3) Generar diversas producciones impresas, sonoras, audiovisuales y/o multimediales que recuperen la memoria local poniendo en el centro de interés el espacio social representado desde las prácticas de comunicación, entendidas desde el entramado e interdependencia de las redes físicas, de transporte, tecnológicas, mediáticas y sociales (territorio, identidades, redes y mediaciones comunicativas).
4) Enriquecer la investigación en comunicación al considerar a ésta como el soporte del patrimonio tangible e intangible de una localidad, y como aporte para la participación ciudadana en la planificación democrática del desarrollo y la integración social.
5) Construir una red de investigación compleja que vincule a diversas disciplinas (geografía, biología, zoología, botánica, medioambiente, historia, economía, sociología, comunicación, entre otras) para el desarrollo de sus comunidades locales.
II.1.- Contenido de la propuesta metodológica.
Las dos principales coordenadas que permiten desplazarnos por las redes de comunicación construidas entre localidades próximas y lejanas, son el espacio y el tiempo. El primero da cuenta de la organización y extensión de los territorios, en función de los niveles de complejidad social que estos representan en la actualidad, sincrónicamente; el segundo, da cuenta de las transformaciones de dichos territorios a través de distintas épocas históricas, diacrónicamente. Ambas coordenadas constituyen las matrices desde las que establecemos nuestras relaciones individuales y grupales, entre comunidades próximas y lejanas, siendo posible su sistematización en el estudio de las redes de comunicación, considerando los siguientes campos analíticos:
1. Geografía y territorios: Corresponde al oikuméne griego, el espacio habitable o biosfera, que se ha ido domesticando culturalmente dejando huellas de las relaciones de poder, de los conflictos y acuerdos mediante los cuales se han ido organizando (destruyendo/construyendo/estratificando) los territorios a lo largo de la historia entre las diversas especies animales/vegetales/minerales que han poblado la tierra. Su estratificación no es sólo humana, sino más bien telúrica, en cuanto constituye el legado biológico (la hepidermis) del planeta.
El estudio de las cartografías nos puede ayudar a entender mejor el desarrollo histórico de las redes de comunicación, a través de las cuales han circulado seres vivos y otros (minerales, energías), gracias a medios y tecnologías para la difusión e intercambio de bienes y servicios (culturales) materiales y simbólicos, alimentados por formas diversas de energización que permiten ir cada vez más lejos y más rápido. Su sistematización podría recogerse así:
1.1 Redes físicas: Representación de los sistemas de organización del espacio cada vez más compleja e inmaterial y administración de a) infraestructuras; b) sistemas energéticos; y, c) medios de transporte.
Comprenden todas aquellas redes que expresan la organización del espacio geográfico como territorio organizado por las necesidades de una comunidad (calles, plazas, edificios... patrimonio tangible). Los límites territoriales de una comuna institucionalizados administrativamente, su sectorialización; la ordenación y reglamentación de los usos de sus suelos urbanos y rurales; la red de canalización de aguas y alcantarillado, la red de suministro eléctrico y de otras energías; el trazado de la red vial y de transporte, los nudos carreteros (desde las rutas de carruajes, postas y posadas), ferroviarios, fluviales, marítimos, submarinos y aéreos (rutas postales y telegráficas...); que conforman la trama urbana, intercomunal, interprovincial, regional, nacional e internacional.
2. Ecosistemas: Tiene relación con el oikos griego, pero entendido como la casa común de los seres vivos, reconociendo la biodiversidad como totalidad de la vida orgánica, y el mandato comunicativo que ésta supone en la diversidad y la alteridad humanas. Así entendida, la comunicación desde una perspectiva holística debe adentrarse en el estudio de las relaciones ecológicas de convivencia.
Al considerar a las personas como protagonistas de la historia en convivencia con otros seres vivos asociados que han hecho posible su propia existencia se hace necesario estudiar:
2.1. Poblaciones. Análisis demográfico de la población que da vida a los territorios rurales y urbanos (ocupación y densificación poblacional). Análisis de otras poblaciones de seres vivos, integrados/desplazados; explotados/en proceso de extinción-recuperación. Con el apoyo de mapas incluso, nos interesa responder a la pregunta de quiénes son, dónde están y qué hacen los habitantes de determinados territorios, y aproximarnos a su calidad de vida, entendiendo cómo convive el ecosistema social con los otros ecosistemas.
El estudio del ecosistema social tratará de describir las actividades que realiza la población para organizar su vida y satisfacer sus necesidades, construyendo determinadas relaciones sociales. Se deberá considerar por ello la heterogeneidad de los grupos sociales que componen la comunidad (género, generación, etnia; situación familiar y social), condiciones de vida de acuerdo a las divisiones sociales (educación, vivienda, salud, situación socio-económica, laboral, etc.) y su actuación en el espacio público (política, economía, cultura, etc.). Distribución de los grupos sociales en barrios, cerros u otras unidades o zonas con identidad propia, arraigados o de reciente creación. Se incorporan también aquí las migraciones (traslados fuera del territorio originario [7] ) y movilidades (desplazamientos propios de la vida cotidiana [8] ; y aquellos otros propios de la dinámica socio-económica [9] ) en el espacio público y privado de las ciudades, de acuerdo a los tipos de actividades que realizan en su vida cotidiana, entendidas como prácticas comunicativas.
Todo ello debe ambientarse en cada época histórica a través de mapas que den cuenta de la ocupación/expansión del espacio vital de una comunidad y el grado de equilibrio conformado con otros nichos bióticos.
2.2. Instituciones: producto de lo anterior, la sociedad crea instituciones a través de las cuales se organizan y regulan las relaciones comunicativas entre personas de diversa condición, con objetivos económicos, políticos, culturales, religiosos, etc., que se reproducen a través de ritos y normas. Estas instituciones se localizan en edificios y sectores específicos de la cada ciudad, constituyendo la expresión viva (aunque a veces en ruinas o recuperadas para otros fines) de un patrimonio que, aunque tangible, tiene muchas veces un valor simbólico, por cuanto representan el orden espacial de las relaciones de poder: iglesias, cuarteles, tribunales de justicia, municipalidades, cárceles, empresas, industrias, mercados, edificios de correos, teatros, periódicos, estaciones de ferrocarril, terminales de buses, cines, entre otras.
3. Identidades y mediaciones: Historias de vida que expresan condiciones de nacimiento, expectativas, proyectos y decisiones de una generación, las que, a su vez, determinarán condicionamientos a la generación siguiente. A través de estos relatos podemos acercarnos a un conocimiento más cotidiano de la vida de las personas y las relaciones sociales de cada localidad, especialmente de los usos que han dado a las redes y medios de comunicación, y a la forma en que se han consolidando determinadas prácticas de comunicación.
Los trabajos de investigación estarán dirigidos a sistematizar la memoria oral y escrita (epistolarios, diarios de vida, memorias y otra documentación de identificación personal-familiar, etc.), la memoria gráfica (fotografía, carteles, afiches, trípticos, publicidad y propaganda) y audiovisual de una localidad, desde perspectivas etnográficas, historiográficas, sociológicas, psicológicas, socio-lingüísticas, de las artes y la literatura. El objetivo es representar las historias de vida desde los distintos relatos e imaginarios sociales, donde podemos contrastar la consolidación de distintos proyectos de vida, personales y colectivos, y la transformación de las relaciones sociales de una comunidad determinada.

La relación entre lo personal y lo colectivo, lo privado y lo público, será abordada desde la proyección de dos redes:
3.1. Redes sociales: A través de ellas podremos representar los usos sociales del espacio, considerado como la construcción colectiva de la convivencia ciudadana y que puede explicarse desde los múltiples usos de la infraestructura social, cultural y recreativa (plazas, parques, sedes vecinales, infraestructura recreacional y deportiva, cines, teatros, lugares de encuentro y expresión públicos). Entender el uso de estos espacios como la forma simbólica de expresión de las dinámicas interpersonales y ciudadanas que contribuyen a generar opinión pública y comportan la participación de organismos públicos, privados, intermedios (asociaciones y movimientos ciudadanos, colegios profesionales, sindicatos, gremios, ONGs, etc.).
3.2. Redes de comunicación: Analizaremos aquí las formas masivas de mediación, a través de medios de comunicación, que actúan desde distintos presupuestos económico-políticos-culturales, y que van readecuando o reequilibrando la apropiación y usos sociales de la información y las prácticas comunicativas. La descripción abordará la red postal y la telefónica, herederas de la telegráfica y ferroviaria, que fueron además la matriz de desarrollo de las primeras agencias y servicios informativos; los primeros flujos de información transnacional, la micro, meso, mass y megacomunicación; la conectividad de las telecomunicaciones, las redes telemáticas y satelitales.
Referencias bibliográficas:
BERMAN, Morris (1981). El reencantamiento del mundo. Santiago: Cuatro Vientos, 2ª reimpresión 1990.
BATESON, Gregory (1973). Pasos hacia una Ecología de la Mente. Londres: Paladin.
BRAUDEL, Fernad (1991) Escritos sobre historia. México: Fondo de Cultura Económica.
------- (1953) El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. México: Fondo de Cultura Económica.
CROWLEY, David y HEYER, Paul (1997). La comunicación en la historia. Tecnología, cultura, sociedad. Barcelona: Bosch.
DOLLFUS, Olivier (1976). El espacio geográfico. Barcelona: Oikos-tau.
GIANNINI, Humberto (1999). La “reflkexión cotidiana. Hacia una arqueología de la experiencia. Santiago: Edit. Universitaria, 5ª edic.
JOSEPH, Lawrence E. (1992). Gaia. La Tierra viviente. Santiago: Cuatro Vientos.
LOVELOCK, James (1988). The Ages of Gaia: A Biography of Our Living Earth. Nueva York: W.W. Norton & Company.
MATTELART, Armand (1995). “Estudiar la génesis de la comunicación”. En: Revista Voces y Cultura, nº7, Barcelona, 1er. Semestre 1995.
MATURANA, Humberto (1990). Emociones y lenguaje en educación y política. Santiago: Hachette.
MORENO, Amparo (1999). “Paseos por el pasado y el presente de las redes de comunicación desde... Cataluña a través de Internet”. Bellaterra: UAB, propuesta didáctica de la Cátedra de Historia de la Comunicación.
MUÑOZ, Sonia (1994). Barrio e identidad: comunicación cotidiana entre las mujeres de un barrio popular. México: Trillas, Felafacs.
Notas:
[1] No en vano, uno de los parámetros de medición del desarrollo de un país se observa por el índice de lectura de diarios y revistas, número de receptores de radio y televisión, aunque escasamente existen observaciones sobre la calidad de los procesos de comunicación en cuanto a su capacidad de integrar o excluir socialmente a las personas.
[2] Margulis ha descrito como tal al proceso mediante el cual un organismo unicelular incorpora a otro sin destruirlo, permitiendo que la criatura internalizada procree como si fuera autónoma.
[3] SORRE, Maximilien. Las bases biológicas de la geografía humana, ensayo sobre una ecología del hombre. Cif. en: BRAUDEL, 1991.
[4] Las deformaciones de la perspectiva de Geradus Mercator datan de 1596, producto de la traducción de las dimensiones esféricas del globo terrestre a su representación rectangular, han perdurado por más de tres siglos. Corregidas por el geógrafo y periodista alemán Arno Peters en 1973, y pese a los intentos de especialistas, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y otras organizaciones intergubernamentales y no-gubernamentales, no han conseguido modificar la cosmovisión de un mundo que, contenido en los textos escolares actuales y en las más modernas infografías de los medios de comunicación, siguen reproduciendo mecánicamente la visión del pasado colonial.
[5] Esta estrategia es funcional a las estrategias discursivas que se afirman desde la negación, por lo que no resulta paradójico que una de las ideas-fuerza de los defensores de la globalización sea el fin de las ideologías.
[6] Su propuesta didáctica “Paseos por las redes de comunicación desde... Catalunya” puede ser recorrida en el campus virtual de la Universidad Autónoma de Barcelona http://oaid.uab.es/passeig, proyecto de investigación que está desarrollando una red descentralizada, plural e interactiva desde donde es posible entender las tramas históricas entretejidas por mujeres y hombres de localidades próximas y lejanas, utilizando redes y medios de transporte y comunicación. Además estará disponible próximamente en el libro Paseos por el pasado y presente de las redes de comunicación. Barcelona: Icaria.
[7] En América Latina debemos intentar explicar más certeramente además de las migraciones producidas por razones económicas (campo-ciudad, p. ej.), aquellos otros desplazamientos forzosos debidos a la represión étnica o a los destierros, extrañamientos, relegaciones y exilios a causa de la represión o proscripción de determinadas ideas políticas o religiosas.
[8] Cabe aquí describir todos aquellos desplazamientos en el espacio público y privado (instituciones, empresas, centros comerciales, de recreación, cultura), producto de las distintas dimensiones de la vida social (trabajo, uso del tiempo libre, consumo, etc.).
[9] Nos referimos principalmente a las dinámicas de clase, que se traducen en movilidades materiales y simbólicas en el mejoramiento o retroceso de las condiciones de vida. Habitualmente dichas movilidades tienen consecuencias en la sociabilidad de las personas (sector donde se habita, tipo de consumo, etc.).